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El próximo 5 de julio se realizará en Innovate University, evento académico organizado por la Universidad Continental para conectar con líderes y visionarios de la educación. En preparación al mismo, la doctora Eliana Mory Arciniega, decana de la Facultad de Humanidades preparó un artículo sobre los modelos de formación por competencia.

Al respecto, la doctora Mory sostiene que mucho se ha escrito en las tres décadas pasadas sobre la formación por competencias y sobre las competencias en la educación. Al menos, desde mediados de la década de los noventa en el Perú, este se convirtió en un tema recurrente entre las instituciones de educación superior (IES). Pese a ello, la claridad conceptual no es una característica esencial de las discusiones ni de los procesos de implementación de los enfoques de formación basados en competencias en las IES.

Agrega que muchos proyectos educativos se han definido a sí mismos como innovadores solo por el hecho de empezar a considerar –o básicamente declarar– que sus modelos educativos se constituyen como enfoques basados en competencias. De esta forma, se suele afirmar que hemos dejado atrás la así llamada educación tradicional que se habría vuelto obsoleta para los nuevos tiempos y que hemos empezado a innovar en educación al incorporar las competencias en las propuestas formativas.

“En el contexto peruano, ya no resulta innovador declarar un modelo de formación por competencias, pues ello se puede encontrar en prácticamente casi todas las propuestas formativas de nivel universitario. En las dos últimas décadas, prácticamente todas las IES declaran en sus documentos institucionales que apuestan por una formación basada en competencias”, argumenta la doctora Mory.

Añade que frente a esta explosión de proyectos formativos basados en competencia, cabe plantearse una serie de preguntas. Por un lado, es necesario cuestionar si realmente se está logrando una implementación adecuada de estos modelos y si se está logrando una innovación que impacte positivamente en los aprendizajes de los estudiantes y los futuros profesionales que liderarán el país. De otra parte, y más importante aun, se requiere evaluar si con la implementación de los enfoques por competencias se está alcanzando la tan ansiada innovación respecto de lo que muchos –a veces de manera poco reflexiva– llaman educación tradicional. Ciertamente, todo modelo de formación entraña una apuesta, histórica, cultural, social, que responde a las condiciones de su contexto y que tiene aspectos valiosos y otros que requieren ajustes y mejoras. Ningún modelo de formación debería considerarse acabado. Y eso aplica para los enfoques o modelos anteriores a los enfoques por competencias.

También puntualiza que los modelos de formación por competencias nacen en el contexto de la gestión de personas en la esfera laboral, sea para el reclutamiento, selección, evaluación o capacitación de personal. Desde ahí se van trasladando al entorno educativo. Esto trajo como consecuencia que los enfoques fueran vistos con desconfianza desde la academia. Además de ello, se sumó el hecho de que una mala comprensión de las competencias implicara para muchos que estas dejaran de lado los saberes o conocimientos: todo está en la red, nadie tiene que retener información… esto es un grave malentendido respecto de las competencias. Así, entonces, en muchas IES ha habido gran resistencia a la implementación de estos enfoques, lo que ha agravado su ya inherente dificultad.

Finalmente, la decana de Humanidades se pregunta, “¿de qué hablamos cuando hablamos de competencias en educación, en general, y en educación superior en particular? ¿En qué podemos innovar cuando hablamos de educación o modelos de formación basados en competencias?” Estas son algunas de las preguntas que requieren ser atendidas y sobre las que cabe reflexionar con seriedad, finaliza.

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