Fernando Barrios Ipenza, toda una vida al servicio de la educación superior.
La historia de Fernando Barrios Ipenza y el proceso de creación de la Universidad Continental. Todo empezó con una revista y una computadora.
Una revista como esta catapultó el interés de Fernando Barrios Ipenza por las microcomputadoras y el desarrollo de un emprendimiento educativo que dio inicio a la historia de la Universidad Continental.
Fernando siempre tuvo fascinación por la energía desde muy pequeño, su padre fue ingeniero electricista así que tuvo la oportunidad de acompañarlo a sus proyectos. Ahí notó algo que lo impresionó y gustó mucho, y era el impacto transformacional que se daba tras cada proyecto.
“Entendí que la energía era transformacional, como el Internet de hoy en día, pero hablo de hace 50 años. Y es que antes el nivel de electrificación en provincia era prácticamente nulo, y acompañar a mi padre me permitió ver cómo cambiaba la vida de las personas cuando tenían acceso a servicios públicos”.
Fernando Barrios Ipenza
Fundador y Presidente del Directorio de la Universidad Continental
Curiosamente a raíz de toda esta experiencia estudió ingeniería eléctrica como su padre, pero finalmente se desarrolló a nivel empresarial en el sector educación como su madre. “Considero que he tenido dos vertientes, y no solo de conocimientos sino de vocación”. Por un lado el padre de Fernando era muy soñador y audaz, pero también algo disperso; del otro lado su madre, muy ordenada y enfocada, la que veía el día a día y aterrizaba a la familia, reconocida incluso dos veces con las Palmas Magisteriales, algo que para esos años no era tan común.
La variable “revista”
“Recuerdo que a casa llegaba una revista ‘Electrotecnia’ a nombre de mi padre que él nunca abría, pero yo sí era de ojearla, era una revista worldclass, atípica para su tiempo; hablo de hace 40 años””, recuerda.
Es así que en alguna edición lee un artículo sobre las microcomputadoras, en ese tiempo ya existían computadoras pero las inmensas para empresas. El artículo decía cómo las PCs iban a estar al acceso de las personas y ya no solo de las empresas y lo transformacional que eso sería. Información que le llamó altamente la atención.
En esos años Fernando vivía en Huancayo, aunque es originario de Andahuaylas, se mudó desde muy pequeño con sus padres. En ese tiempo el acceso a la información era bastante escaso comparado con la capital. Por lo que no tuvo mayor información sobre las microcomputadoras de aquel artículo hasta que en una oportunidad visitó la recordada Feria del Hogar. “La feria era una locura, había de todo. Es ahí donde encuentro un stand de microcomputadoras, veías a la gente aglomerada por la novedad”, recuerda Fernando.
En ese tiempo, a decir de Barrios, las microcomputadoras seguramente tenían menos prestaciones que una calculadora científica actual, pero eran la novedad con marcas como Commodore o Sinclair. Claro que solo las personas con recursos económicos o conocimiento de uso podían comprarlas.
Esa semana Fernando regresó varias veces a la feria, tenía claro que las microcomputadoras serían el futuro y tenía que apostar por ellas. “Un día me acerqué al ingeniero que estaba en el stand y le propuse ser su representante en Huancayo. Al inicio me miró con desconfianza, pero luego le conté de mi llegada al empresariado y las posibilidades de venta. Así accedió a venderme una microcomputadora mediante un adelanto”.
Fernando siempre ha estado involucrado en diversas actividades que le permitieran el autosustento. En ese entonces era profesor pre-universitario y agente de venta de cursos de IPAE (Instituto Peruano de Administración de Empresas) por lo que tenía contacto con muchos empresarios, un punto que le sirvió para el negocio de computación.
“Apenas tuve la microcomputadora volví a Huancayo a hacer demos. Me di cuenta de la demanda latente que existía para personas, empresas y capacitaciones. Nos volvimos todistas en el campo de las computadoras”, destaca Fernando.
Del instituto a la universidad
Con sus mejores alumnos, Fernando empezó a hacer una suerte de semillero, les daba libros para que se capaciten y acceso a las computadoras para que practiquen. Así empezaron a dar clases y también servicios a empresas para temas de planillas o inventarios.
Obtener la licencia para el instituto les tomó cuatro años. En ese momento había una ley de institutos, pero no permitían a uno constituirse como empresa sino como una asociación civil o promotora educativa.
Tras cumplir con todo el proceso y los requerimientos, Fernando solicitó su resolución para poder operar como instituto, pues estaban tardando más de lo usual. “El debido proceso había demorado y estando muy cerca de obtener la licencia, nos damos con la sorpresa que habían cambiado al director encargado, otra vez se tenía que pasar por revisión. Lamentablemente es poca la predictibilidad del gobierno, y lo hemos vivido a lo largo de nuestra vida empresarial”, resalta Barrios.
El instituto empezó a funcionar, los resultados se fueron dando desde los primeros años, había demanda. “Nos dimos cuenta que los estudiantes y sus familias necesitaban un centro de estudios con continuidad. En ese tiempo muchas universidades de provincia veían interrumpidas sus operaciones, los estudiantes no podían estudiar”.
Así Fernando junto con su equipo deciden empezar a armar el proyecto de la universidad. Proyecto que para esos años era un riesgo, pues, a decir de Fernando, la Ley Universitaria de entonces estipulaba que el gobierno de las universidades estaba en manos de la Asamblea Universitaria -compuesta por alumnos, egresados, profesores- que decidía sin importar quién la había creado. “Antes uno no tenía seguridad, podías crear la universidad pero luego te podían diluir. Ya luego cambia la norma y se podía actuar como gestores plenos”.
En 1996 finalmente se crea en Huancayo la Universidad Continental, con solo tres carreras y cerca de 100 estudiantes. Hoy cuentan con cerca de 75,000 alumnos como grupo educativo.
Los primeros años de la universidad fueron difíciles, tuvieron que aprender a sobrevivir casi una década con tres carreras y manejo algo limitado. Y es que, a decir de Barrios, el hoy extinto Consejo Nacional para la Autorización de Funcionamiento de Universidades (CONAFU) tardó por mucho en darle la resolución de funcionamiento definitivo pese a que habían pasado todas las evaluaciones, que en teoría demoraron cinco años. “En ese entonces la CONAFU te decía cuántas carreras debías tener, número de vacantes, hasta el monto de las pensiones, todo. Considero que tuvimos muchas trabas desde ahí, incluso para poder abrir sedes en otras locaciones”, recuerda Fernando.
¿Qué resultados hasta el momento?
+ 61 000 alumnos en pregrado
+ 10 000 alumnos en posgrado
+ 5000 alumnos en el Instituto Continental
+ 15 000 alumnos en la modalidad A Distancia
La expansión
Las nuevas filiales empezaron con alianzas o alquilando locales, con equipos pequeños por ciudad. “Cada campus tiene su historia. En Arequipa compramos el terreno en el 2012, pero recién pudimos construir en el 2016 porque no estaban entregando licencias ni para hoteles, clínicas, ni nada pues estaban trabajando el Plan Director de la ciudad. En Cusco, la situación fue parecida por los permisos de zonificación y demás”, comenta Barrios.
Actualmente cuentan con un campus en Huancayo, Arequipa, Cusco, Lima y, próximamente, en Ica.
Su ingreso al mercado de Estados Unidos ha sido más rápido. Tomó cerca de tres años, y en octubre de 2022 recibieron la licencia de funcionamiento para la Continental University of Florida, con un total de 13 programas.
Su ingreso a EE.UU. tiene dos intenciones: mejorar la propuesta de valor para sus alumnos y exigirse cada vez más ingresando a mercados más competitivos. Un proyecto de largo plazo por los planes que tienen.
“El corto plazo y largo plazo empiezan el mismo día, porque lo que tú haces hoy es siembra para el mañana. Y en esta industria también tenemos ciclos largos pero respuestas cortas. Las cosas toman mucho tiempo, pero las ventanas de oportunidad tienen ciclos muy cortos, así que tenemos que ser ágiles y actuar”.
Fernando Barrios Ipenza
Fundador y Presidente del Directorio de la Universidad Continental
Otro destino que está en los planes es México, donde han encontrado un mercado saturado pero con margen para ser competitivos. Además de ser un mercado con rasgos similares al peruano.
¿A dónde apuntan?
Un objetivo que se han puesto desde siempre es ser una organización que permita accesibilidad e inclusión, y no solo a nivel económico. “Existen barreras geográficas, de tiempo, para personas con alguna discapacidad, de formato y demás. Nuestro propósito es cumplir con esa visión y tenemos la obligación de hacerlo con alta calidad, no hay otra forma. Y claro, la calidad cuesta y si tú quieres ser accesible debes ser extremadamente eficiente”.
Para Fernando Barrios Ipenza, actualmente se necesita una mayor oferta educativa, por lo que apuntan a estar presentes físicamente en varias ciudades del país, pero también apostando por la educación virtual; actualmente cuentan con más de 15,000 alumnos en esa modalidad.
“Tenemos que entender que las familias hacen un esfuerzo por la educación de sus hijos, y nosotros queremos acompañar el sueño de las personas y sus familias. Y si en 25 años hemos logrado todo esto, qué lograremos en los próximos 25 años”.