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Alzheimer: Lo que debemos saber sobre esta enfermedad y su tratamiento desde la Psicología

En el Perú, un congresista de oposición –quien además es médico– aseguró que el Alzheimer “se da en personas que estudiaron y leyeron mucho”. Más allá de esta lamentable afirmación, el hecho ha servido para que varios medios, expertos y personas en general hablen del tema. ¿Qué es el Alzheimer? ¿Qué efectos trae? ¿Quiénes están en riesgo? ¿Cómo debe ser tratado? Estas y otras preguntas son respondidas por la especialista en neuropsicología y demencias, Nora Cavaco.

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La enfermedad

El Alzheimer es la forma de demencia más común entre las personas mayores. Es una enfermedad lenta, fatal e irreversible que daña la memoria de manera progresiva y una o más funciones cognitivas superiores como el pensamiento abstracto, la orientación, la comprensión, el cálculo, el aprendizaje, el lenguaje y el juicio, interfiriendo con las actividades cotidianas de quien la padece. Nadie es inmune a esta enfermedad, pues, según cifras mundiales, afecta a una de cada diez personas mayores de 65 años.

Cuadro clínico

El Alzheimer evoluciona gradualmente. A medida que los fragmentos de dos proteínas anormales se incorporan (placas y ovillos) se forman placas seniles y degeneración fibrilar que se acumulan en el cerebro y matan células cerebrales.

Las placas y la degeneración fibrilar destruyen lentamente el hipocampo, que es la parte del cerebro donde se forman los recuerdos. Así, se afecta la memoria pues los recuerdos simples de pocas horas o días atrás que deberían estar presentes no lo están. Después más placas se expanden a diferentes regiones del cerebro, eliminando células y comprometiendo funciones.

La enfermedad se extiende a la región del cerebro donde se procesa el lenguaje. Cuando esto ocurre se hace más difícil encontrar las palabras adecuadas para comunicarse. Luego se dirige a la zona frontal del cerebro, donde se desarrolla el pensamiento. Poco a poco la persona empieza a perder la capacidad para resolver problemas, comprender conceptos y hacer planes. Después, invade la parte donde se regulan las emociones, es entonces que el paciente pierde gradualmente el control de sus estados de ánimo y sentimientos.

Cuando la enfermedad se extiende a la parte del cerebro que atribuye significados a aquello que vemos, oímos y olemos, inicia un estadío peligroso pues el Alzheimer afecta a los sentidos de la persona y puede causar alucinaciones. Posteriormente, borra los recuerdos más antiguos y preciados que están almacenados en la parte posterior del cerebro y, cerca del final, la enfermedad afecta al equilibrio y la coordinación de la persona.

Riesgos

Cualquiera puede desarrollar esta enfermedad. A partir de los 60 años las personas pueden mostrar los primeros signos de Alzheimer; sin embargo, este mal se manifiesta con mayor frecuencia en edades superiores a los 65 años. Además, si hay antecedentes en la familia, el riesgo aumenta dos veces o más. Y pese a que no hay ninguna certeza de que la enfermedad aparezca, esta se manifiesta con mayor frecuencia en las mujeres (aunque estadísticamente el tiempo de vida es más alto en las mujeres que en los hombres).

Intervención de la Psicología

El Alzheimer no tiene cura; sin embargo, existen algunos tratamientos para controlarlo y retardar sus efectos. Así, además, del tratamiento farmacológico, existe una terapia cognitiva y comportamental, y es ahí donde la Psicología cobra vital importancia. Los psicólogos se centran en el potencial del individuo para maximizarlo, estimulando la memoria, activando la autoestima y la motivación para las tareas que el sujeto puede desarrollar. También trabajan en la activación de la capacidad mnemotécnica del paciente y el desarrollo de actividades de orientación a la realidad, utilizando técnicas de estimulación sensorial (material audiovisual, sonidos, colores, etc.) con el fin de evitar la celeridad en la pérdida de las funciones cognitivas.  La psicología no solo ayuda al paciente, al estimular las áreas que aún se conservan, evitando la pérdida desenfrenada de su independencia; también ayuda a la familia al brindarle información valiosa sobre las etapas de la enfermedad para preparar un ambiente de tolerancia, paciencia y resiliencia.

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