Por: Mg. Paola Espinoza Gutiérrez
En tiempos donde la educación superior debe preparar profesionales para resolver problemas del mundo real, modelos como la Business Clinic de Northumbria University nos invitan a repensar el vínculo entre universidad, aprendizaje activo y sociedad.
Metodología activa en acción
La Business Clinic de Northumbria University aplica el aprendizaje basado en retos como parte del currículo. Estudiantes de último año actúan como consultores para organizaciones reales, desde PYMEs hasta ONGs internacionales. Resuelven desafíos concretos, como campañas de marketing o estrategias de recaudación de fondos, aplicando sus conocimientos a problemas auténticos. Esta experiencia impulsa su desarrollo profesional y genera impacto directo en la comunidad y la economía local (Harris, 2025).
Durante el semestre, el proceso sigue cinco fases:
1)Encuentro con el cliente y el tutor académico.
2)Análisis del problema planteado.
3)Investigación, diseño de propuestas y validación.
4)Elaboración de informe profesional.
5)Presentación final y retroalimentación directa del cliente.
Reconocimientos y resultados

Imagen creada en Freepik 2025
En 2024, esta experiencia fue reconocida con el Small Business Charter Excellence Award, premio que distingue a instituciones que demuestran un compromiso excepcional con el emprendimiento estudiantil y el apoyo a pequeñas empresas. Desde su implementación, La Clínica de Negocios ha generado más de 780 proyectos reales, movilizando cerca de £2.75 millones en valor de consultoría gratuita (Northumbria University, 2024b; 2024e).
Los estudiantes se han ganado una reputación como consultores confiables que cumplen y superan expectativas y los clientes valoran su capacidad de generar impacto real con soluciones aplicadas. Desarrollan competencias altamente demandadas como pensamiento crítico, liderazgo, trabajo en equipo y comunicación profesional. Para muchos, esta es su primera experiencia laboral significativa antes de egresar.
¿Y para los docentes?
Los profesores no solo imparten contenidos, sino que asumen el rol de facilitadores del aprendizaje activo, guiando a sus equipos sin dictar respuestas. Evalúan con criterios centrados en competencias: calidad del análisis, claridad en la propuesta, gestión del grupo y presentación final.
Este modelo puede implementarse en cursos finales de carrera, prácticas profesionales, seminarios de investigación o innovación en carreras como Administración, Marketing, Contabilidad, Derecho, Negocios Internacionales o Ingeniería.
Cuando los estudiantes resuelven problemas reales, no solo aprenden mejor sino que se convierten en ciudadanos capaces de liderar con sentido y acción.