Flipped Classroom o aula invertida, es una metodología donde el docente diseña actividades de aprendizaje intencional a los estudiantes quienes son los responsables de revisar el contenido teórico proporcionados de forma asincrónica para obtener conocimientos que podrán ser aplicados durante las sesiones síncronas, en las que podrá interactuar y participar activamente en la construcción de nuevo conocimiento a través del análisis, trabajo en equipo, debates y otras actividades académicas apoyadas en la tecnología y contando con la guía del docente (Unir, 2020).
Según Castro (s.f), el aula invertida tiene cuatro pilares fundamentales que se definen a través de sus siglas en inglés FLIP (Flipped classroom):
La implementación del aula invertida en la educación superior suscita en los estudiantes el desarrollo de habilidades como el pensamiento crítico, además de las siguientes ventajas significativas para el proceso formativo de los estudiantes.
- Favorece el trabajo colaborativo, transparentando roles y responsabilidades en la ejecución de actividades académicas.
- Involucra al estudiante en su proceso de aprendizaje, fomentando la autonomía y responsabilidad en la revisión de recursos asignados por el docente.
- Permite atender a los distintos ritmos de aprendizaje del estudiante y la forma en que estos adquieren conocimiento.
- Desarrolla y fortalece habilidades como la comunicación, la capacidad para realizar análisis y sintetizar información, gestionar de manera efectiva el tiempo, ser autocrítico, lograr la adaptación a situaciones nuevas y diversas, tomar decisiones y ser creativos (Smowltech, 2023)
¿Cómo implementar el aula invertida en clase?
La Universidad de Antofagasta (2022), propone 5 pasos fundamentales para una adecuada y efectiva implementación del aula invertida:
El Aula Invertida se presenta como una metodología innovadora que logra resultados efectivos en la formación universitaria, al promover un aprendizaje activo, significativo y centrado en el desarrollo de competencias. Si bien su puesta en práctica demanda de un esfuerzo inicial por parte de los docentes y estudiantes, los beneficios en términos de calidad educativa y preparación para el mundo laboral hacen que su adopción en las instituciones de educación superior valga la pena.