Karen Pérez Maraví, psicóloga de profesión y directora de la carrera de Psicología de la Universidad Continental, conversó con nosotros sobre el significado de ser mujer actualmente, los retos y riesgos que enfrenta a propósito del Día Internacional de la Mujer, este 8 de marzo.

Independientemente del cambio de rol de la mujer en la sociedad. El feminicidio representa un riesgo permanente, motivado por aprendizajes de la propia cultura, la propia sociedad. El hecho de que la mujer tenga mayores oportunidades laborales, de desarrollo económico y tenga protagonismo en diversos ámbitos; la cultura y la sociedad machista permanecen y está asociado a conductas más patológicas de la persona. A pesar de que las mujeres puedan lograr mayores y mejores condiciones de vida, mientras las patologías y problemas de salud mental sigan existiendo y no se erradiquen, el feminicidio permanece. Lamentablemente en regiones como en Junín, Arequipa o Lima sus contextos están asociados a múltiples factores de riesgo, como el consumo de alcohol en exceso, la violencia intrafamiliar, las carencias afectivas o los problemas socioeconómicos que devienen en conductas violentas y agresión a la mujer que justamente terminan en actos de feminicidio.

El feminicidio no distingue condición social, étnica, cultural o económica, se presenta en todos los contextos y con mayor probabilidad de riesgo en ámbitos donde la mujer aún no logra autonomía, el rol de la mujer la mayoría de veces se visibiliza en zonas urbanas y en países más cosmopolitas, mientras que en países como el nuestro donde todavía la pobreza es uno de los problemas más graves y con demografía rural extendida la mujer rural es la más expuesta a la muerte por feminicidio, porque aún prevalece el pensamiento “más me pegas, más te quiero” y en muchos casos todavía hay sumisión y dependencia económica, convirtiéndose en un factor de riesgo, que la hace más vulnerable, que no es el único, porque el feminicidio es multifactorial y está en todos los estratos.

Ante estadísticas alarmantes, estudios e investigaciones enfatizan e inciden que la formación y crianza desde los primeros años es fundamental, desde que el ser humano es concebido debe venir al mundo con una dinámica bastante sólida tanto familiar, de padres, así como los modelos que van generando, los lazos y vínculos afectivos son muy importantes para dar a esa persona una adecuada salud psicológica desde los primeros años y esto es una apuesta a largo plazo porque los resultados se ven en años posteriores.

Los hombres con conductas agresivas hacia las mujeres, usualmente atraviesan por múltiples factores, han sido hombres expuestos a modelos de violencia intrafamiliar, modelos de convivencia aprendidos en su casa y vecindario y expuestos a carencias afectivas, que no aprendieron a controlar sus emociones y no han desarrollado su inteligencia emocional, es multifactorial; por ello es importante trabajar desde la niñez, enseñar desde muy pequeños los valores, las normas, el respeto, la afectividad, como comunicarse de manera asertiva, controlar la ira. En el caso de los adultos los programas en los centros laborales, colegios, universidades.

Es importante que las organizaciones e instituciones aseguren la equidad de género, pero además el estado invierta en la promoción de la salud psicológica y salud mental a través de la inversión en atención de casos de depresión, estrés, problemas de pareja, emocionales…nuestro país no invierte en la salud psicológica, ni mental. Muchas veces se prefiere invertir en la salud física, sin embargo, está comprobado que un dolor de cabeza o de espalda está asociado a cuestiones psicológicas. El apoyo emocional, sesiones de consejería, es decir, el bienestar emocional genera estabilidad y equilibrio y tiene mejor salud física.

 El Dato 

La diferencia entre salud mental y salud psicológica. 

La mujer del siglo XXI, es una mujer que ha ido en búsqueda de su propia autonomía e independencia y eso ha conllevado a muchos cambios en su rol en la sociedad, entre ellos el protagonismo a nivel laboral. De hecho se han generado cambios positivos y negativos. Entre los positivos, encontramos un mayor posicionamiento y protagonismo de las mujeres en el ámbito académico, laboral, la búsqueda de nuevos espacios de desarrollo sin dejar de lado su rol de madre y paradójicamente, en el lado negativo hallamos justamente el distanciamiento ante su rol materno, antes el promedio para convertirse en madre era de 20 a 25 años y hoy supera los 35 años, esto consecuentemente genera problemas de fertilidad, problemas de pareja etc., que no deja de afectar a la mujer.

Antes el ver a las mujeres asumiendo roles únicos en el hogar,  es decir a dedicación exclusiva  de la crianza de los hijos, hizo que muchos varones crecieran con un pensamiento machista, limitando el rol de las mujeres. Pero, estos cambios vertiginosos, los cambios en la tecnología, el avance de la ciencia, este desprendimiento social y económico hizo que la mujer se sienta más libre, autónoma e independiente y tome decisiones en su hogar y asuma roles en familias mono parentales donde se asume que ya no es necesario el rol del varón, incluso más que tener una pareja o esposo. En ese sentido ahora se promueven con mayor énfasis los grupos feministas donde buscan la defensa de los derechos de la mujer.