Por: María De Jesús Rodríguez Aybar
Nos encontramos en la Cuarta Revolución Industrial, esta trae consigo la incorporación de Tecnologías de la Información y Comunicación (TIC) en la vida diaria (Felisardo, Llinás y Améstica, 2019). Diversos centros de educación alrededor del mundo planifican estratégicamente cómo incluir el desarrollo de competencias digitales en el proceso de enseñanza-aprendizaje. Es así como surge la pregunta:
¿Por qué desarrollar competencias digitales?
Repasemos juntos la situación. En la actualidad, la aparición del virus SARS-CoV-2 ha ocasionado el tener un proceso de enseñanza 100% online, las aulas ahora son virtuales y la presencia de los y las estudiantes se evidencia en la aparición de sus nombres en la lista de participantes de las sesiones de aprendizaje. En esta situación, se anhela lograr aprender de manera efectiva.
Para ello, se debe idear una serie de estrategias, entre ellas, un aspecto crucial y determinante es el desarrollo de competencias digitales.
Pero, ¿qué es una competencia digital?
Hasta el momento, no existe una definición única alrededor del concepto, pero diversos autores las plantean de la siguiente manera:
- Díaz y Loyola (2021) mencionan que, una persona digitalmente competente es aquella que posee una serie de conocimientos, habilidades procedimentales y actitudes relacionadas entre sí que incluyen aspectos técnicos, digitales, informacionales, comunicativos, y de resolución de problemas en base a la toma de decisiones estratégicas.
- Van Laar, Van Deursen, Van Dijk y de Haan (2019) definen la competencia digital como las habilidades de información, comunicación, colaboración, pensamiento crítico, creatividad y resolución de problemas en contextos digitales. Es decir, permiten que las personas aprendan a cómo buscar información, manejarla, crearla y compartirla haciendo uso de herramientas mediadas por la tecnología (Segrega, Paez y Polo, 2020).
Además, ayudan a que las generaciones actuales posean mayor capacidad de adaptación en el mundo actual siendo un valor agregado en la búsqueda y obtención de mejores empleos para reinventarse profesionalmente.
¿Todo ello se puede lograr?
La respuesta es sí, todo depende de qué tanto se promuevan y cómo se incluyan en el proceso de aprendizaje.
Tener un buen nivel de competencia digital permite ser más responsables, autónomos y críticos en cuánto al propio comportamiento en entornos digitales regulando y siendo más conscientes de los procesos de aprendizaje. Va más allá de aprender a usar alguna herramienta virtual externa; su activo vital es la información, ofrece soluciones a problemas de distinta naturaleza, facilita el aprendizaje y promueve el pensamiento crítico y creativo (Meza et al., 2016).
Por último, y no menos importante, permite acortar brechas en cuanto a la información que los seres humanos recibimos y a una mejor comprensión de esta.