Por: Mg. Heydi Karina Molina Yangali
Publicado: 12/11/2025
En los últimos años, muchos docentes nos hemos dado cuenta de que los estudiantes aprenden distinto. Ya no esperan largas explicaciones ni textos llenos de teoría. Prefieren contenidos breves, directos y que les resulten útiles. Por eso el microaprendizaje está ganando terreno, y un ejemplo interesante es el que presenta Conde-Caballero et al., (2024), donde TikTok se convierte en un apoyo real para enseñar en la universidad.
El estudio se desarrolló en Licenciatura de Enfermería de la Universidad de Extremadura y de la Universidad de Castilla-La Mancha, con la participación de docentes y estudiantes de tres módulos distintos. En lugar de usar TikTok solo como red social, lo transformaron en una herramienta para compartir pequeños videos que reforzaban los temas vistos en clase.
Cada video tenía una duración corta entre 30 y 60 segundos y buscaba explicar un concepto, mostrar un procedimiento o resolver una duda. Los estudiantes podían verlos en cualquier momento desde su celular. Esto permitió que el aprendizaje saliera del aula y se adaptara mejor a sus tiempos.
El equipo investigador evaluó la experiencia con el modelo TAM (Technology Acceptance Model), y los resultados fueron muy positivos. Los estudiantes consideraron que los videos eran útiles, fáciles de entender y que les ayudaban a repasar los contenidos. Muchos afirmaron sentirse más motivados y valoraron que sus profesores usaran un lenguaje y un formato familiar para ellos.
Detrás de esta propuesta hay varias ideas que vale la pena rescatar.
- Lo breve no necesariamente es superficial: con una intención clara, se puede enseñar mucho en pocos segundos.
- El docente sigue siendo el guía: no se trata de dejar que TikTok enseñe, sino de diseñar mensajes cortos que refuercen el aprendizaje.
- La creatividad pedagógica importa más que la tecnología. Los profesores que participaron debieron adaptar su manera de enseñar al formato visual, algo que les ayudó también a desarrollar nuevas habilidades comunicativas.
El estudio confirma que el microaprendizaje no reemplaza las clases presenciales, sino que las complementa. Ofrece una manera de mantener el contacto con los estudiantes, de acercarles los contenidos en su propio entorno digital. Además, impulsa el desarrollo de competencias digitales en ambos lados del aula.
Al final, la experiencia deja una idea clara: enseñar en la universidad también puede hacerse en 45 segundos, siempre que haya propósito, claridad y sentido educativo. No se trata de “seguir una moda”, sino de aprovechar los espacios donde los estudiantes ya están aprendiendo por su cuenta. El reto no es tecnológico, sino pedagógico: animarse a probar nuevas rutas para llegar mejor a ellos.
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