La inteligencia artificial (IA) está dejando de ser una promesa futurista para convertirse en una realidad que transforma múltiples dimensiones de la vida social, económica y jurídica. En el ámbito del derecho, su impacto va mucho más allá del uso de tecnologías para automatizar procesos: la IA plantea preguntas fundamentales sobre la interpretación de normas, la ética profesional, y el rol del jurista en un entorno cada vez más digitalizado. Inspirado en las reflexiones compartidas por la Facultad de Derecho de la Universidad de Chicago (Conick, 2024), este artículo busca divulgar de manera clara y accesible cómo la IA está redefiniendo el ejercicio y la enseñanza del derecho, y qué implicancias tiene esta transformación para las facultades de Derecho en el presente y en el futuro inmediato.
- Un nuevo actor en la escena jurídica
El derecho, históricamente vinculado a la tradición, la interpretación humana y el análisis riguroso de normas, está recibiendo a un nuevo actor: la inteligencia artificial. Herramientas como ChatGPT, Lexis+ AI o CaseText ya permiten generar borradores legales, analizar grandes volúmenes de jurisprudencia y anticipar decisiones judiciales con niveles sorprendentes de precisión. Para muchos profesionales, esto representa una oportunidad de optimizar tiempos y reducir costos; para otros, una amenaza a la autonomía y al juicio humano en los procesos legales.
- Más allá de la automatización: retos éticos y formativos

Imagen generada por IA freepik
Aunque la inteligencia artificial (IA) ofrece ventajas en tareas jurídicas como la revisión de contratos o la búsqueda de jurisprudencia, su uso plantea desafíos importantes. Uno de los más críticos es el riesgo de sesgos algorítmicos: al entrenarse con datos que reflejan desigualdades sociales, la IA puede reproducir o agravar esas injusticias si no se desarrolla con criterios éticos y de transparencia.
Además, la opacidad de muchos algoritmos la llamada “caja negra” dificulta conocer cómo se generan ciertas conclusiones, lo que pone en riesgo la legitimidad y la transparencia del proceso judicial. A esto se suma la complejidad de definir responsabilidades cuando un error proviene de una herramienta de IA utilizada en decisiones legales.
Frente a este escenario, la formación jurídica debe transformarse. Es clave que los futuros abogados desarrollen competencias digitales, pensamiento crítico y sensibilidad ética para comprender el funcionamiento de estas tecnologías y sus implicancias. La integración responsable de la IA en el derecho requiere profesionales preparados para sus retos técnicos y humanos.
- Enseñar derecho en la era de la inteligencia artificial
La incorporación de la IA al campo jurídico exige una revisión urgente de los planes de estudio en las facultades de Derecho. No se trata solo de agregar cursos sobre tecnología o derecho digital, sino de repensar la manera en que se forma el pensamiento jurídico. Las nuevas generaciones de abogados deberán enfrentarse a dilemas que no se resuelven únicamente con códigos ni doctrinas, sino con una comprensión amplia del contexto tecnológico en el que operan.
- Lecciones desde Chicago: diálogo entre tradición e innovación.
En el artículo «AI and Law», publicado por la Facultad de Derecho de la Universidad de Chicago, el periodista Howard Conick recoge diversas perspectivas de académicos y expertos que analizan cómo la inteligencia artificial está transformando el derecho desde adentro. Se destacan los avances en el uso de modelos de lenguaje como herramientas de apoyo en la redacción de documentos legales, la predicción de decisiones judiciales y la mejora en el acceso a la justicia.
Sin embargo, también se plantean preocupaciones éticas y legales: ¿pueden los algoritmos ser verdaderamente imparciales? ¿Qué ocurre con la responsabilidad profesional si una IA comete un error?.
La inteligencia artificial no reemplazará a los abogados, pero sí transformará profundamente su rol. Ignorar esta transformación sería irresponsable. Las facultades de Derecho tienen hoy una oportunidad histórica: liderar el debate sobre los límites y posibilidades de la tecnología en el campo jurídico. Para ello, deben formar juristas capaces de usar estas herramientas con sentido crítico, compromiso ético y sensibilidad humana.
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