En la actualidad, las universidades enfrentan el reto de ir más allá de la transmisión de contenidos y abrirse a los problemas reales de la sociedad. En este escenario, el Aprendizaje-Servicio se presenta como un puente que enlaza el saber académico con el compromiso comunitario. Cada vez más, los estudiantes demandan que lo aprendido en las aulas tenga un propósito tangible; buscan que el conocimiento trascienda los exámenes y se convierta en una herramienta útil para transformar su entorno. Cuando descubren que sus aprendizajes pueden generar un beneficio concreto en la vida de otros, el sentido de su formación se multiplica y se fortalece su identidad como ciudadanos comprometidos.
¿Qué es el Aprendizaje-Servicio?
El Aprendizaje-Servicio (A+S) es una metodología pedagógica que integra los contenidos académicos con la acción social. Tal como señala la Pontificia Universidad Católica de Chile (2024), esta estrategia busca “promover experiencias de aprendizaje activo al conectar los conocimientos de los estudiantes con necesidades reales de socios comunitarios”. En ese sentido, las asignaturas dejan de ser únicamente teóricas para convertirse en proyectos donde los estudiantes ponen practica lo aprendido en beneficio de la comunidad.
Aporte del ApS en la formación universitaria

Imagen creada con IA, Gemini 02/10/2025
La contribución del Aprendizaje-Servicio no se restringe a la adquisición de conocimientos, sino que favorece el desarrollo de habilidades blandas como la empatía, trabajo en equipo y el liderazgo. Se trata de una metodología que promueve el “compromiso con la comunidad” como parte funadamental de la formación integral del estudiante. Además, recientes investigaciones en Iberoamérica destacan que el A+S contribuye a fortalecer la responsabilidad social universitaria, al vincular los saberes con problemas concretos de la comunidad (Tapia, 2023).
Repercusión social
El Aprendizaje-Servicio crea un intercambio reciproco entre universidad y comunidad. Por un lado, los estudiantes aplican sus aprendizajes en entornos reales, y por otro, las comunidades reciben aportes que responden a problemáticas específicas. La Red Iberoamericana de Aprendizaje-Servicio (2023) subraya que esta práctica permite “generar cambios significativos tanto en la vida de los participantes como en las comunidades involucradas”. Esta visión es reforzada por testimonios de estudiantes, quienes destacan que el A+S no es solo una actividad evaluada en su sesión de clase, sino una experiencia de vida que deja huella en su formación personal y profesional (Pontificia Universidad Católica de Chile, 2024).
Ejemplos inspiradores
En Chile, la UC ha desarrollado programas en distintas facultades, como Odontología, donde los alumnos participan en operativos dentales gratuitos para comunidades vulnerables. Estas iniciativas permiten aplicar conocimientos técnicos al tiempo que se desarrolla sensibilidad social (Pontificia Universidad Católica de Chile, 2024). De manera similar, en el Programa de Inserción a la Matemática Universitaria (PIMU), los estudiantes avanzados apoyan a sus pares en sus primeros años de carrera, generando un ambiente colaborativo que beneficia tanto a tutores como a tutorados.
Conclusión
Incorporar el Aprendizaje-Servicio en la práctica docente universitaria significa apostar por una educación transformadora, capaz de formar profesionales competentes y ciudadanos comprometidos. Para los docentes, esta metodología representa la posibilidad de innovar en sus clases y, al mismo tiempo, contribuir a construir una sociedad más justa y solidaria.