Román (2025), manifiesta que “en un mundo marcado por la velocidad, la hiperconexión y la fragmentación emocional, la educación enfrenta un desafío urgente: recuperar el asombro, la narrativa y el sentido en la práctica docente”; también Sánchez (2025) señala que “estamos presenciando una transformación profunda que está reconfigurando los cimientos mismos de la relación pedagógica, los procesos de construcción del conocimiento y la naturaleza del aprendizaje”; a la vez que Mezarina (2024) manifiesta que “la educación en todos los niveles educativos está experimentando una revolución gracias a la irrupción de la inteligencia artificial (IA), y específicamente de la IA Generativa (IAG). Esta irrupción está modificando la forma en que los estudiantes aprenden y los docentes enseñan, lo que implica cambios en la forma de interacción que se da entre ellos”. Ante ello considero que surgen desafíos que se deben abordar para que la docencia universitaria sea pertinente y efectiva en el sentido de impulsar a los estudiantes a cerrar sus brechas de aprendizaje, para que alcancen un nivel de logro mayor de su perfil de egreso.
Sánchez (2025) nos señala que los desafíos a abordar en este cambio de rol del docente universitario son, 1) pasar de transmisores a curadores y facilitadores; 2) curaduría de contenidos como competencia esencial; 3) diseño de experiencias de aprendizaje significativas; 4) facilitación de procesos metacognitivos; 5) el equilibrio entre lo tecnológico y lo humano, que conlleva: a) revalorización de capacidades únicamente humanas; b) la importancia del vínculo pedagógico, y c) sentido crítico permanente. En tanto, Román (2025), nos refiere que el reto fundamental para los docentes, “implica aprender a integrar tecnologías como la IA generativa sin perder su identidad ni su juicio pedagógico”.
A continuación, les presento 4 desafíos que enfrentamos los docentes universitarios en esta era marcada por la irrupción de la IA.
Diversas herramientas han irrumpido para desarrollar diversos productos académicos (ensayos, proyectos, textos, resolución de ejercicios, desarrollo de organizadores cognitivos, etc.), y esto está representando un desafío a los docentes por cuanto ¿cómo identificar cuándo un trabajo refleja realmente el aprendizaje y la capacidad del estudiante?, lo que viene obligando a repensar las estrategias para fomentar la honestidad académica, o a cambiar las evidencias que debe mostrar el estudiante sobre el aprendizaje logrado.
Por cuanto ya no es suficiente el dominio disciplinar, ni tampoco el dominio didáctico, si estas no van articuladas con una alfabetización digital sólida, y el dominio de aspectos éticos y pedagógicos relacionados con la IA.
En cuanto las evidencias de aprendizaje puedan ser producidos por herramientas de IA, se hace necesario repensar las evidencias de aprendizaje más ligadas al desarrollo de experiencias prácticas, resolución de problemas o retos reales, el pensamiento crítico, el trabajo colaborativo, entre otros.
Comprendiendo que es una aliada para abordar el proceso de personalizar el aprendizaje, en la medida que cada estudiante tiene puntos de partida diferente y, por tanto, requiere rutas de aprendizaje diferenciadas para cerrar sus brechas ante el aprendizaje al cual debe llegar; así también permite generar simulaciones, enriquecer la práctica docente y apoyar el seguimiento del progreso estudiantil. El desafío es incorporarla de manera reflexiva y alineada con los resultados de aprendizaje previstos deben alcanzar los estudiantes.