Infraestructura y servicios básicos: factores clave en la reducción de la pobreza en la macrorregión centro del Perú

Un estudio revela que el acceso a agua potable, electricidad y saneamiento impacta significativamente en la disminución de la pobreza en la región.

Un reciente estudio sobre la pobreza en la macrorregión centro del Perú ha identificado que la disponibilidad de servicios básicos, como agua potable, electricidad y saneamiento, tiene un impacto significativo en la reducción de la pobreza. La investigación, titulada ¿Cuáles son los activos que influyen en la pobreza de la macrorregión centro del Perú? Buscando peculiaridades, fue realizada por la investigadora Margarita Elluz Calle Arancibia y publicada en la Revista Política, Globalidad y Ciudadanía.

El estudio, basado en datos del periodo 2010-2018 y analizando una muestra de 95,056 jefes de hogar, concluyó que la posesión de activos físicos públicos e institucionales es determinante para mejorar las condiciones de vida de la población. Contrario a lo esperado, factores como la educación y la calidad del empleo no tuvieron un impacto significativo en esta región.

Acceso a servicios básicos: un factor decisivo

Según los hallazgos, los hogares con acceso a agua potable reducen en un 19.54% su probabilidad de estar en condición de pobreza. De igual manera, la disponibilidad de saneamiento impacta en un 33.33%, la electricidad en un 15.38% y el servicio de telefonía en un 10.26%. Asimismo, la posesión de un título de propiedad de la vivienda disminuye la probabilidad de pobreza en un 5.6%.

Estos resultados ponen en evidencia la importancia de la infraestructura pública en la mejora de la calidad de vida. En particular, se destaca que la pobreza en la macrorregión centro del Perú ha disminuido significativamente en la última década, en gran parte debido a la expansión de los servicios básicos. Entre 2007 y 2017, la pobreza en esta región pasó del 53.1% al 26%, mientras que la pobreza extrema se redujo del 19.5% al 5%.

Revisión de los enfoques tradicionales sobre la pobreza

El estudio desafía algunas suposiciones comunes sobre los determinantes de la pobreza. Si bien la educación ha sido considerada un factor clave en el desarrollo económico, en la macrorregión centro del Perú no se observó una correlación significativa entre el nivel educativo y la reducción de la pobreza. De manera similar, la calidad del empleo no mostró un impacto relevante en la probabilidad de que un hogar salga de la pobreza.

En cambio, los activos físicos públicos e institucionales, como el acceso a servicios esenciales y la tenencia formal de la vivienda, demostraron ser factores más determinantes. Esta evidencia sugiere que, para reducir la pobreza de manera efectiva, es fundamental priorizar inversiones en infraestructura básica antes que otras medidas de desarrollo.

Implicaciones y recomendaciones

Dado el impacto positivo de los servicios básicos en la reducción de la pobreza, la investigadora Calle Arancibia recomienda reforzar las políticas públicas enfocadas en mejorar el acceso a agua potable, saneamiento, electricidad y telefonía en las comunidades más vulnerables. Además, enfatiza la necesidad de facilitar la regularización de propiedades para que más familias puedan beneficiarse de la seguridad jurídica y el acceso al crédito.

Estos hallazgos pueden ser utilizados por el gobierno y organismos internacionales para diseñar estrategias más efectivas de lucha contra la pobreza. La investigación resalta la urgencia de cerrar la brecha de acceso a infraestructura básica en las zonas rurales y periurbanas del país, un factor clave para mejorar la calidad de vida y fomentar el desarrollo sostenible.

Conclusión

El estudio concluye que la pobreza en la macrorregión centro del Perú está fuertemente determinada por la posesión de activos físicos públicos e institucionales, más que por factores tradicionales como la educación o el empleo. La disponibilidad de servicios básicos ha demostrado ser un pilar fundamental en la mejora de las condiciones de vida de los hogares, lo que refuerza la necesidad de continuar con políticas públicas que garanticen la expansión de infraestructura esencial en las zonas más afectadas por la pobreza.

 

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